La increíble historia de Carlos Soria, el español de 86 años que coronó 12 de los 14 picos más altos del mundo

En una época en la que muchos adultos mayores transitan la calma de la jubilación, el español Carlos Soria a sus 86 años tiene el objetivo de escalar las 14 montañas más altas del mundo, los llamados “ochomiles”. No lo hace por récords, sino por una pasión tan firme que lo mantiene en pie, incluso cuando el cuerpo acumula más operaciones que medallas.

Operado de cataratas, con una prótesis en la rodilla y una hernia recientemente tratada, este montañista, nacido en 1939 en Ávila, continúa desafiando su propio cuerpo y el paso del tiempo. No es un alpinista profesional, pero su historia está escrita entre las cumbres más exigentes del mundo.

Ahora, a las puertas de su próxima expedición, va por los dos picos que le faltan para completar su propósito:el Dhaulagiri (Nepal) y el Shisha Pangma (China). Si lo logra, se convertirá en la persona de mayor edad en lograr la hazaña.

En 2023, durante un intento por ascender los 8167 metros del Dhaulagiri, sufrió una fractura abierta de tibia y peroné en su pierna derecha a 7300 m de altura, lo que requirió una cirugía y una larga rehabilitación. “Fue de las experiencias más fuerte que tuve, tarde ocho horas en bajar todo lastimado. Estoy vivo de milagro”, afirmó en diálogo con Clarín.

Tras dos cirugías parecía que llegaba el final de su carrera. Pero lejos de rendirse, se recuperó y, en febrero de 2025, coronó el Aconcagua, la cima más alta de América con 6.962 metros. Con esa hazaña, se convirtió en la persona más veterana en alcanzar la cumbre.

Aunque reconoce que la pierna y el tobillo aún le duelen, el alpinista español está enfocado y entrena intensamente con un objetivo claro: volver al Manaslu el próximo septiembre. Busca ascender los 8,163 metros hasta la octava montaña más alta del mundo en el marco del 50° aniversario de la primera expedición española que conquistó ese pico..

Para mantenerse activo a su edad, Soria contó que se levanta todos los días a las 6 de la mañana y, luego de un desayuno completo, entrena en la sierra, cerca de su casa en el pueblo de Moralzarzal, donde escala todos los días. Además, alterna la escalada con ejercicios de fuerza, y asegura que esa constancia es lo que lo mantiene activo: “Es muy importante tener un propósito para cada día. Mi filosofía de vida es tener ganas de vivir, y sobre todo, de vivir como uno quiera”, afirmó.

Carlos Soria durante su última travesía hacia el Aconcagua en febrero de 2025. Foto: Luis Miguel Soriano.Carlos Soria durante su última travesía hacia el Aconcagua en febrero de 2025. Foto: Luis Miguel Soriano.

Las cumbres de una vida: la travesía de escalar 12 de las 14 montañas más altas del mundo

Aunque hoy elige su propias reglas, la infancia de Carlos estuvo llena de privaciones. Aunque reconoció que su vida lo preparó para soportar los sacrificios del alpinismo: “Nací luego de la Guerra Civil Española, por lo tanto mi infancia fue muy dura. Vivíamos en una casa pequeña, eramos muy pobres, había hambre y no teníamos agua corriente; teníamos que caminar 20 minutos hasta una fuente y yo volvía cargando baldes llenos para tener agua en casa”, recordó.

Las carencias que atravesaba la familia Soria lo obligaron a madurar antes de tiempo y a poner las necesidades básicas por encima de la educación: “A los 11 años, tuve que dejar la escuela para empezar a trabajar como encuadernador. Porque en ese entonces era más importante comer todos los días que aprender. Salía de casa a las 8 de la mañana y volvía a las 8 de la noche”, relató.

A los 14 años, una salida con su jefe encendió una chispa que marcaría su estilo de vida. “Un día fuimos a pescar. En un momento me alejé, armé una caña y seguí río arriba por mi cuenta, y quedé fascinado con la maravilla de la naturaleza. Días después, con un amigo conseguimos la lona de un camión y unos palos, improvisamos una carpa y nos fuimos 15 días a la Sierra de Guadarrama. A partir de ahí mi vida cambió”, afirmó Carlos sobre esa primera escalada de 2428 metros.

A los 22 años, el alpinista español escaló La Aiguille du Dru, una cumbre de 3,754 metros situada en los Alpes franceses. “Fue la primera ascensión española. Dormíamos en la pared con el material que había en ese momento, ya usábamos nailon, aunque era muy fino. No teníamos zapatillas pies de gatos ni arneses; estábamos atados al cinturón con la cuerda, y eso era todo”, relató Soria.

El alpinista Carlos Soria en dos de sus primeras expediciones.El alpinista Carlos Soria en dos de sus primeras expediciones.

Su vida como montañista lo llevó a conocer en plena altura a Claudia, la mujer con la que se casó y tuvo cuatro hijas. La primera de las tres veces que escaló el monte Cervino (4.478 metros) lo hizo junto a su esposa y la segunda vez con su hija mayor, que en ese entonces tenía 13 años —hoy tiene 59—. Aún hoy, de vez en cuando, siguen compartiendo esa pasión familiar por las alturas. Pero cuando le toca escalar solo, ellas “están encantadas de ver a su padre haciendo lo que le gusta”, aseguró.

Desde 1990, Carlos Soria se propuso un desafío que aún hoy lo impulsa: escalar los 14 ochomiles. Con el apoyo de su familia, su primera conquista fue el Nanga Parbat (8,126 m), en Pakistán, a los 51 años. Cuatro años más tarde, llegó a la cima del Gasherbrum II (8.035 m). En 1999, para celebrar sus 60 años, coronó el monte Cho Oyu, de 8.201 metros. El Everest, con sus imponentes 8.848 metros, que la convierten en la montaña más alta del planeta, lo escaló en 2001.

Y en 2004, ya jubilado de su oficio de tapicero —al que se dedicó toda su vida—, alcanzó la cima del K2 (8.611 metros) con 65 años, demostrando que su retiro no estaría entre cuatro paredes, sino en las alturas. En 2007 llegó el turno del Broad Peak (8.047 metros). Un año más tarde, con 69 y sin usar oxigeno, coronó el Makalu.

El Gasherbrum I, con sus 8.068 metros sobre el nivel del mar, fue conquistado por Soria en 2009, cuando tenía 70 años. Un año más tarde, alcanzó la cima del Manaslu, su décimo ochomil. Luego, en 2011 subió el Lhotse y a sus 8.516 metros de altura. En 2016, llegó a la del Kanchenjunga (8.586 metros).

Actualmente, Soria cuenta con un equipo profesional que lo acompaña a las cimas y patrocinadores que ayudan a que su sueño sea posible. Foto: Luis Miguel Soriano.Actualmente, Soria cuenta con un equipo profesional que lo acompaña a las cimas y patrocinadores que ayudan a que su sueño sea posible. Foto: Luis Miguel Soriano.

Al preguntarle qué siente cada vez que llega a una cumbre, el español respondió con tono cómico que lo único que siente “son unas inmensas ganas de bajar”. Y luego agregó con seriedad: “La cima, por supuesto, es una gran satisfacción, porque estás ahí arriba. Pero en mi cabeza ya estoy pensando que hay que tener mucho cuidado porque el descenso es más difícil que subir y es más peligroso porque ya estás cansado”.

Aunque podría parecer un alpinista ambicioso por coronar las cumbres más desafiantes, para él lo más importante es sobrevivir. Si la nieve, el riesgo de avalanchas o simplemente un mal día se interponen, no duda en dar la vuelta. “La cima es increíble, pero lo más valioso siempre está abajo, esperando en casa.” reflexionó

Fuente: www.clarin.com

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